REFORESTACIÓN MUSICAL
- Diego Montoya
- 21 feb 2019
- 10 Min. de lectura
Actualizado: 2 feb

52% del territorio colombiano está cubierto por bosques. Pero esta cifra llegaría a ser mucho menor si las tasas de deforestación siguen creciendo al ritmo de hoy. La banda Bomba Estéreo encabeza una campaña para generar conciencia acerca del mayor reto medioambiental que enfrenta el país. ¿Por qué es tan importante proteger el patrimonio forestal?
Por Diego Montoya Chica. Publicado en la edición de enero de 2019 de la Revista Credencial.
Imagine por un momento que se encuentra en el desierto. Su cuerpo está siendo sometido a una prueba de temperatura, pues el intenso calor no solamente proviene de los rayos del Sol –ese que, sin ningún esfuerzo, logra aplastarlo sobre la polvareda–, sino que también emana del suelo, del barro seco, de cada partícula de polvo que se cuela en sus fosas nasales y que se adhiere a su piel. “Me toca hidratarme ya mismo”, piensa usted con razón, y se detiene a buscar la última botella de agua que le queda en el morral. Según la encuentra entre sus harapos, nota que contiene menos líquido del que recordaba. Alza el recipiente y –horror– el agua restante se filtra gradualmente por un agujero. Por más de que intenta detener el flujo o atrapar con la lengua algunas gotas, el contenido se derrama por completo y se esfuma en la tierra. ¿Qué hará a continuación?, ¡si no se ve a nadie en ese horizonte que desmoraliza, por lejano y por vibrante! Y para terminar, la ‘perla’: al examinar el agujero en la botella, usted descubre que no parece un accidente, pues la incisión es perfectamente limpia, como la de un cuchillo afilado. Alguien ha boicoteado su más básica supervivencia.
La escena descrita pretende ilustrar la situación por la que atraviesa Colombia en relación con la deforestación. En un mundo sometido a los embates del calentamiento global, los bosques –como el agua en la botella– son tal vez nuestro mejor seguro de vida, ya veremos por qué. Y, aún así, los talamos como si fueran infinitos: en el 2017, según el más reciente informe anual publicado por el Ideam, se talaron 220.000 hectáreas de bosque. Eso es, en promedio, 25 de estas por hora, es decir 23% más que en el año 2016, cuando ya se había registrado un crecimiento de 44% con respecto al 2015. Por eso, de aquí a que usted termine de leer este artículo –en, digamos, ocho minutos–, los deforestadores de este país habrán ‘afeitado’ tres hectáreas de nuestro más valioso patrimonio. ¿No sabe cuánto es esto? Imagine tres canchas profesionales de fútbol, las unas al lado de las otras. Ahora, añada un poco más.
Y, como en la situación del desierto, tampoco se trata de un fenómeno accidental. Es el ser humano el que tala sin medida con propósitos productivos, legales o ilegales; es el Estado el que –por más de que tenga la voluntad de corregirlo–, no logra contener el fenómeno, y es la sociedad civil, es decir usted y yo, la que no ha entendido aún cómo contribuir desde la vida cotidiana.
¿Paz verde?
“Es verdad que el incremento de la deforestación está relacionado con la firma del acuerdo de paz –sostiene Miguel Pacheco, especialista forestal de WWF-Colombia–. Si comparas los tiempos, te darás cuenta de que, después de que esta tuviera lugar, el fenómeno se disparó en las zonas donde las Farc ejercían influencia”. El Ideam también identifica a los “desafíos en la implementación de los acuerdos de paz” como uno de los posibles factores de la aceleración. Esto, por supuesto –aclara WWF–, no quiere decir que la resolución del conflicto sea nociva para los bosques, ni que la desmovilizada guerrilla hubiese sido benévola con los ecosistemas. Por el contrario, la existencia de grupos armados al margen de la ley es peor: por lo menos cuatro millones de barriles de crudo han llegado a los ríos en los últimos 30 años por cuenta de voladuras, según la Asociación Colombiana de Petróleo. Pero también está la minería ilegal y los cultivos ilícitos, ambos deforestadores y ambos impulsados por las balas.
Lo que sí quiere decir, sin embargo, es que esas zonas “son luego tomadas por particulares, ganaderos, o empresas que van a desarrollar actividades económicas, aprovechando la ausencia de la guerrilla”, sostiene Pacheco. El fenómeno es conocido como ‘acaparamiento’ y puede bien terminar en cualquiera de las siguientes actividades: agricultura, ganadería extensiva, minería ilegal, cultivos de coca, desarrollo de infraestructura de transporte y extracción no sostenible de madera. O la más descarada de todas: la de aquellos que, sencillamente, talan terrenos baldíos con la esperanza de que luego sean titulados a su nombre.
Pero, como dice Pacheco, lo que más sorprende no es que aún quede mucho por hacer para que las autoridades ‘afinen’ sus mecanismos de control y vigilancia, o que las Fuerzas Armadas –dice el experto– hayan sido buenas para combatir a la guerrilla pero no sepan hacer frente al fenómeno de la deforestación. “Lo que más sorprende es que no se considere al manejo forestal sostenible como una opción productiva alterna –asegura–. El ganadero encuentra todo: el aserrador, los camiones, los insumos, el veterinario, etcétera. Pero el aprovechamiento sostenible del bosque no cuenta con infraestructura ni con una economía asociada que sea sólida”.
A sembrar cumbia
Antes de dar un concierto hace unas semanas en Maryland, Estados Unidos, Simón Mejía recibió una llamada de REVISTA CREDENCIAL. El bajista y fundador de Bomba Estéreo –la banda que mejor exporta la cumbia a un público global de sensibilidad electrónica– ideó el ‘Proyecto Siembra’, una iniciativa enfocada en combatir la deforestación y que hoy tiene proporciones nacionales. A ese ‘bus’ se ha subido el Ministerio de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible, la empresa privada, en cabeza del Grupo Éxito, y múltiples organizaciones de la sociedad civil.
“Hicimos un sobrevuelo por el departamento de Guaviare, y sí es muy impactante –dijo Mejía en la llamada–: por un lado está lo impresionante de la selva, y por el otro lo triste de lo que está sucediendo”. El músico recordaba los parches de selva ausente en medio de la exuberancia de la Amazonia. Pese a ser una de las regiones más biodiversas del país, fue también la que sufrió la inmensa mayoría de la tala de bosque natural en la última medición: 65,5% del fenómeno a nivel nacional, para ser exactos. De hecho, según el Ideam, casi la mitad de toda la deforestación colombiana se concentró en tan solo siete municipios amazónicos. Es justamente en uno de estos, San José del Guaviare, que este 26 de enero tendrá lugar el primer concierto de la gira nacional de Bomba Estéreo, enmarcada en el ‘Proyecto Siembra’.
Pero no todo es música. “También pretendemos realizar una campaña de generación de conciencia y, sobre todo, recaudar fondos con dos propósitos –comentó Mejía–: promover un vivero comunitario para el aprovechamiento forestal sostenible en la Amazonia y apoyar la restauración de la Ciénaga Grande de Santa Marta. Esto último lo haremos con Parques Nacionales Naturales”. Simón no olvida las palabras de los mamos en la Sierra Nevada de Santa Marta cuando, con la banda, hizo un ‘pagamento’ en momentos en que Bomba Estéreo grababa su álbum Ayo: “La Sierra Nevada es el corazón del mundo, y la Amazonia es el pulmón”.
La semilla
“En la región, se están dando diálogos entre las nuevas generaciones de ‘pelados’ que no quieren ser deforestadores, ni meterse en narcotráfico o en grupos armados, por un lado, y sus padres, por el otro. Eso es de lo más interesante que he visto”, aseguró Rodrigo Botero, el director de la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible, justamente la encargada de implementar, en terreno, el vivero comunitario apoyado por Bomba Estéreo, específicamente en el corregimiento de El Capricho, en San José del Guaviare. Allí, se capacita a los jóvenes, tanto para reforestar como para sacarle provecho económico sostenible al bosque natural. “Los viveros, que deberían estar haciéndose masivamente, son una apuesta para ‘sembrar’ un cambio cultural –sostiene Botero–. Se debe empezar por no ver al bosque como un estorbo para el progreso, sino como una forma del mismo”.
Ante la pregunta de rigor acerca de por qué el Estado no ha copado el vacío dejado por las Farc, en términos de autoridad y regulación de estos fenómenos en la Colombia profunda, Rodrigo considera que las autoridades públicas “siguen viendo eso como ‘territorios nacionales’, como una cosa lejana, con gobernaciones y municipios famélicos, con autoridades ambientales subdimensionadas y con una presencia fijada en capitales departamentales pero que no se refleja en el resto del territorio”, comenta, y luego coincide con Pacheco, de WWF-Colombia: “Además, las Fuerzas Militares estuvieron de manera masiva cuando había guerra, pero ya no”.
El valor del patrimonio
¿Alguna vez se ha preguntado usted de dónde viene el agua que sale del grifo en su casa? ¿O cómo se genera la energía eléctrica que hace que su hogar funcione? O, yendo más lejos, ¿ha indagado acerca de la relación entre la tragedia invernal ocurrida en Mocoa, Putumayo, a principios del 2017 –en la que murieron más de 300 personas–, y los bosques?
Los servicios que ofrecen estos ecosistemas los convierten en cruciales. En primer lugar, son los mayores guardianes y productores de agua: según cifras de WWF –y esto es solo un ejemplo– el agua que consume el 70% de la población colombiana proviene de los páramos, que son dependientes del bosque alto andino. Un porcentaje equivalente de energía es generada en el país a través de las plantas hidroeléctricas, que dependen del agua. Asimismo, los bosques capturan el carbono presente en los gases de efecto invernadero que emiten las sociedades modernas, y que son los principales causantes del cambio climático. “Cuando los árboles crecen, capturan el CO2 de la atmósfera –explica Pacheco–. Luego, liberan el oxígeno e integran el carbono en su estructura molecular. Por eso se dice que limpian el aire”. Y aquí es imperante mencionar el valor del bioma amazónico a ese respecto: representa 10% de la reserva global de carbono, así que cuando se queman sus bosques o se talan de manera irresponsable, ese componente contamina nuestra atmósfera.
Adicionalmente, como los bosques son reguladores del flujo hídrico, aquellas laderas de tierra de donde estos sean removidos acumulan el agua sin una estructura que las mantenga en pie ni vegetación que consuma el líquido. Este fenómeno produce deslizamientos y derrumbes, y las tragedias asociadas son, lastimosamente, incontables alrededor del mundo. Por otra parte, están sus servicios de suministro de productos maderables y no maderables. Los primeros se refieren a la explotación responsable y selectiva de la madera. Los segundos son los que no implican tala: múltiples alimentos –¿ha probado usted el extraño y aromático copoazú?–, insumos para el desarrollo de medicinas y recursos genéticos, entre otras cosas.
Asimismo, Colombia depende de sus bosques para desarrollar su economía ecoturística. Según un estudio realizado por Usaid, el Fondo Patrimonio Natural y la Sociedad Nacional Audubon, los aficionados estadounidenses al avistamiento de aves están dispuestos a gastar 300 dólares diarios en Colombia durante sus viajes dedicados al hobbie. Pero sin bosques no habría oferta. Porque, así como los seres humanos, el 80% de la biodiversidad mundial vive en estos ecosistemas.
“La música, y sobre todo la del folclor colombiano, viene de la naturaleza –sostiene Simón–. Las flautas imitan a los pájaros, las letras tienen un tono rural, los tambores, con sus cueros, vienen del ecosistema”. El bajista se refiere a otro valor inconmensurable de nuestro patrimonio forestal: el cultural. Puesto que, así como lo hace Mejía hoy, las comunidades nativas colombianas se han inspirado en su entorno natural, a lo largo de milenios, para conformar su visión del mundo.
Responde Ricardo Lozano, ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible
178.000 hectáreas deforestadas en el 2016, 220.000 en el 2017 y, según indicó usted recientemente, en el 2018 se alcanzarían las 270.000. ¿Cómo está posicionada la lucha contra el fenómeno en la agenda de este Gobierno, y qué grandes correctivos podemos esperar en 2019 para que esa cifra no continúe creciendo?
El presidente Duque ha manifestado en los talleres Construyendo País que la lucha contra la deforestación está en un lugar principal de la agenda del Gobierno, y así se está materializando en el Plan Nacional de Desarrollo. Esa lucha tiene varios énfasis en este Gobierno. El primero tiene que ver con la información. El sistema de monitoreo de bosques y carbono que creamos en el Ideam es lo que nos permite tener cifras de cuánto, dónde y en qué momentos se ha deforestado en todo el territorio nacional.
El segundo pilar tiene que ver con el primer eje del Plan Nacional de Desarrollo. Estamos creando el Consejo Nacional de Lucha contra la Deforestación, que se basa en la antigua Comisión Intersectorial de Control de la Deforestación. Este es un Consejo mucho más potente, porque no solo estamos involucrando a las instituciones del Ejecutivo, sino al Estado en pleno. Es decir, a la justicia, a la Fiscalía y también a los entes de control, como la Procuraduría y la Contraloría, así como la Defensoría de Pueblo. Además, este Consejo nos permite la implementación del protocolo nacional de lucha contra la deforestación. Al reconocer que las principales causas de la deforestación están asociadas a los cultivos ilícitos, a la extracción de minerales y al acaparamiento ilegal de tierras, en el 2019 vamos a involucrar todo el proceso agrario que tiene que ver con la recuperación de baldíos ilegalmente ocupados. El segundo eje del Plan de Desarrollo en la lucha contra la deforestación tiene que ver con el diseño e implementación de alternativas productivas distintas a las actividades deforestadoras; es decir, cómo impulsamos la economía forestal, además de cómo hacemos grandes proyectos de forestería comunitaria, manejo sostenible del bosque natural, pago por servicios ambientales, sistemas agroforestales, sistemas silvopastoriles y ecoturismo.
El tercer aspecto tiene que ver con el tema sectorial. Tenemos que entender que el desarrollo de nuestra conectividad, de nuestra infraestructura, de nuestro sistema agropecuario, tiene que apuntar a cumplir nuestras metas de cerrar brechas. Debe ser abordado de manera distinta, con unos instrumentos de planificación, de diseño de vías y de conectividad, ajustado de tal forma que prevenga la deforestación. Nos hemos comprometido con nuestros actores agropecuarios para producir con la garantía de que no se deforeste. Este pilar sectorial contra la deforestación tiene que ver con el diseño de los incentivos correctos, para que el acceso a la tierra y el desarrollo agropecuario sean los aliados para reducirla.
¿Cómo ayudar?
Existe una excesiva distancia entre el colombiano citadino y la realidad de los bosques nacionales. La mayoría no sabe, a ciencia cierta, ni qué quieren decir las grandes cifras de deforestación, ni cómo ayudar. Estos son algunos consejos:
Aprenda sobre los bosques: existen múltiples recursos on y offline, dispuestos por las autoridades y organizaciones de la sociedad civil, que ilustran tanto lo valioso de estos ecosistemas como lo grave de la deforestación. El aprendizaje incluye visitarlos y apoyar iniciativas de turismo sostenible.
Compre papel y madera sostenibles. El sello FSC, entre otros, le asegura que los productos forestales que usted consume provienen de fuentes legales.
Asegúrese de comer carne proveniente de fuentes ecoamigables o de reducir su consumo.
Denuncie los delitos de los que sea testigo y que atenten contra los bosques. Puede hacerlo ante las autoridades ambientales de su territorio o ante las autoridades policiales.
43% de los bosques nacionales están en territorios de comunidades indígenas. Ellos son quienes mejor hacen uso sostenible del patrimonio natural, así que se deben apoyar tanto sus prácticas como sus derechos sobre el territorio.
Apoye iniciativas de reforestación, como viveros comunitarios o programas corporativos que apunten a sembrar. Adicionalmente, exíjale a las autoridades que adelanten iniciativas de reforestación.
* Escrito con información de WWF-Colombia, el Ideam, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible y Bomba Estéreo.
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