Alejandro Gaiviria: ¿Qué tipo de liderazgo necesita esta crisis?
- Diego Montoya
- 11 jun 2020
- 10 Min. de lectura
Actualizado: 2 feb
La carrera ejecutiva del exministro de Salud es suficientemente prolífica, en caso de que se le juzgue por lo que hace más que por aquello que dice. Sin embargo, las reflexiones del hoy rector de la Universidad de los Andes resultan claves en tiempos de pandemia.
Publicado la edición de junio de 2020 de Revista Credencial
CUALQUIERA pensaría que un enemigo común a todos los seres humanos –uno de la talla de una pandemia– sería suficiente para calmar los fervores ideológicos de las sociedades polarizadas y, con ello, unir a la especie en torno a su bienestar. Pero no: la COVID-19 está lejos de producir ese consenso. Posiblemente porque no existen tantas certezas sobre el virus: ni siquiera conocemos a fondo sus efectos en el cuerpo humano pese a lo precisas que, en cambio, sí son las cifras de muertes, día por día.
Desconocemos también el origen puntual del patógeno y, de cara al futuro, es para todos incierta la reactivación económica del mundo. Esas y otras dudas, mezcladas con la omnipresencia del coronavirus en el debate público, les dejan el campo libre a las teorías hechas con medidas y valores maniqueos. Estas pueden ser conspirativas –“¡fueron las grandes corporaciones!”–, políticas –“¿quién saldrá ganando y quién perdiendo?”– o moralistas –“la naturaleza nos ‘castiga’”–.
Es en medio de ese cóctel que hoy los líderes de instituciones públicas y privadas deben tomar sus decisiones. Pero ¿qué tipo de liderazgo se debe adoptar en medio de esa tormenta? ¿Cuál es el que la sobrevive en el largo plazo? Aun cuando esas preguntas no pueden ser respondidas por un manual, quizás algunas claves estén inscritas en la columna que, el 9 de mayo, publicó el economista e ingeniero Alejandro Gaviria en el diario El Tiempo, un texto titulado Los dilemas éticos de la pandemia. Y no solo en su contenido, sino también en la forma en que fue escrita.
En primer lugar, el texto no alienta esperanzas inciertas, cosa que, en cambio, es común entre los líderes obsesionados con la popularidad: “la inercia es una fuerza inobjetable y la humanidad seguirá más o menos igual (o tal vez un poco peor...)”, escribió, y añadió más adelante: “La crisis durará varios años, tendremos que aprender a vivir con una realidad distinta”.
En segundo lugar, reconoce que su reflexión tiene limitaciones, en vez de presentarse a sí mismo como una máquina de respuestas y soluciones: “Me gustaría proponer algo mejor, pero no lo creo posible”, sostuvo sobre la propuesta que él mismo esgrimía para sortear el difícil dilema de que una cuarentena muy restrictiva priorizaba a las “víctimas visibles” –las del coronavirus–, en detrimento de otras no tan visibles: los ciudadanos pobres.
Y por último, propuso a la ética y a la moral como partes estructurales del debate sobre esta pandemia. Lo hizo en dos vías: el análisis del virus en sí mismo, de la naturaleza, no debe ser filtrado por la moral. Y el diseño de la política pública, por su parte, tiene que ser fundamentalmente ético, compasivo. Esa política, se lee entre líneas, no debe velar únicamente por los intereses de las mayorías, de los más indignados o de quienes aseguran la popularidad, sino por todos y por el ecosistema que nos rodea.
En esta entrevista, el rector de la Universidad de los Andes, el exministro de salud que se enfrentó a las farmacéuticas y a los titanes de las bebidas azucaradas, el paisa –nacido en Chile– que dirigió el Centro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para América Latina (CODS) corrobora las claves mencionadas y añade otras adicionales. Puede que ese tipo de liderazgo le ayude en uno de los retos que tiene entre manos como rector: la reducción de matrículas para los próximos semestres que, según la Asociación Colombiana de Universidades (Ascún), podría ser del 25 % en el país.

Comments